La historia de este proyecto está estrechamente vinculada con los Nazarenos, artistas alemanes de orientación profundamente cristiana, que vivían en Roma. Las convulsiones históricas y sociales de principios del siglo XIX, junto con la impronta del romanticismo artístico y literario, provocaron la añoranza por los tiempos pasados y el interés por la restauración del espíritu nacional. Los pintores alemanes Friedrick Overbeck y Franz Pforr, estudiantes en la Academia de Viena, fundaron en 1809 la Lukasbund, traducida como “cofradía”, “gremio” o “hermandad” de San Lucas, santo patrono de los pintores. El nombre ya delata su inspiración medieval, así como su pretensión de establecer las bases de la pintura sobre la religión y un buen trabajo artesanal: estos autores querían restaurar así “la verdad y la pureza” de la pintura prerrenacentista. Esta Hermandad de San Lucas fue la primera asociación artística moderna. A esta comunidad conventual se unieron artistas de Düsseldorf y Múnich, entre ellos Julius Schnorr von Carolsfeld (en 1818). Friedrich Overbeck asumió el papel de guía del grupo. En 1811 intentaron llevar a cabo un ciclo de escenas del Nuevo Testamento para uso escolar, sin conseguirlo. Estudiaban y trabajaban el arte religioso, rechazando las tendencias modernas y regresando a principios y técnicas primitivas, como la recuperación del fresco y el arte monumental. En 1815 retomaron la idea con muy buenas intenciones, pero sin un plan concreto de trabajo para hacerlo efectivo.
A partir de 1824, Schnorr von Carolsfeld intensificó su labor, organizando una selección de escenas ya realizada y al mismo tiempo dando continuidad al proyecto inicial. Este programa se basaba sólo en la claridad de las imágenes bíblicas, lo que le llevó a la Universidad de Munich en 1827 de la mano de la Hermandad. A pesar de las esperanzas del artista, dio un paso atrás, entre otras causas porque no se le consideró idóneo para la realización de técnicas de grabado o litografía y, por otro lado, por falta de financiación, a lo que se sumó que el artista albergaba dudas sobre el proyecto. El resultado de todo ello fue que la idea tuvo que esperar hasta 1843, cuando Schnorr von Carolsfeld dirija, junto con otros hermanos de San Lucas, el trabajo de la Biblia Ilustrada de Cotta, (publicada en 1850).
I. G. Cotta se propuso publicar una edición ilustrada de la Biblia, siguiendo las líneas de trabajo de los viejos maestros, aunque finalmente atendió a los planteamientos de los Nazarenos para crear una Biblia con ilustraciones de éstos. En una especie de competición, cada mes se les daba tratamiento artístico a tres o cuatro escenas que después se incorporarían a la edición. De este periodo data un dibujo de Eva (ahora en el Museo Clemens-Sels, de Neuss), que finalmente no se incorporó a los grabados, pero es el ejemplo más antiguo que se conserva del trabajo de Schnorr von Carolsfeld en este proyecto. La Hermandad presentó el trabajo en un año. Sin embargo, el artista no logró desarrollar al máximo su talento y además, las ilustraciones del texto se utilizaron sólo para complementar el texto, no para reemplazarlo. Debido a estas diferencias de criterio, buscó un ámbito paralelo donde pudiera llevar a cabo sus propias ideas. Se trasladó a Leipzig en 1846, donde contactó con el editor Wigand, quien desde 1851 le aseguró una publicación respetando sus propios criterios.
Las 42 ilustraciones en madera para la Biblia de Cotta le aportaron la experiencia necesaria en este medio y le sirvieron de base para realización de la Biblia en imágenes que apareció, en un total de 30 entregas a razón de 8 hojas cada una, desde octubre de 1852 hasta diciembre de 1860: 160 grabados referidos al Antiguo Testamento y 80 con imágenes del Nuevo Testamento. De esta Biblia se publicó una edición normal, una edición de lujo con cenefas y otra también de lujo en papel de China. La última entrega de la obra completa se realizó en libro de tapa dura. Estas "ilustraciones de la Biblia" marcaron la devoción bíblica en Alemania durante generaciones. El artista asumió un enfoque abierto y no sectario en su Biblia Pictórica, lo que le hizo que fuera apreciado internacionalmente tanto por protestantes como por católicos.
Junto a Gustave Doré, Schnorr es considerado el más importante ilustrador de la Biblia del siglo XIX. A lo largo de la obra muestra su fértil inventiva, sus conocimientos académicos y su manejo de la técnica; un claro ejemplo son las escenas de José interpretando el sueño del faraón, el Encuentro de Rebeca e Isaac y el Regreso del hijo pródigo.