Amberes, capital de las primeras Biblias impresas en el siglo XVI


Hace casi quinientos años que en Amberes, Bélgica, se pusieron en circulación algunas de las primeras Biblias impresas. ¿Qué es lo que atrajo a esta ciudad a los tipógrafos que imprimían Biblias? ¿Qué riesgos corrían al imprimirlas? Para responder a esta pregunta, debemos dar un salto atrás en el tiempo y volver a principios del siglo XVI.

Amberes es una ciudad fundada en el estuario del río Escalda, a menos de 100 km del Mar del Norte. En el siglo XVI, experimentó una prosperidad económica sin precedentes, creciendo rápidamente hasta convertirse en el mayor puerto de Europa y una de las escasas ciudades occidentales con más de 100.000 habitantes.

La expansión de Amberes atrajo a mercaderes de todo el continente, lo cual, junto con su creciente riqueza, contribuyó a aumentar la tolerancia de las autoridades municipales, hasta el punto de convertirla en la cuna de nuevas ideas. Este clima permisivo atrajo a tipógrafos que creían que podrían imprimir y difundir estas nuevas ideas en un entorno más o menos seguro. En poco tiempo, Amberes pasó a albergar a casi trescientos profesionales de las artes gráficas, entre editores, tipógrafos y libreros. Los magistrados de la época describían con orgullo su ciudad como "refugio y forja de todas las artes, las ciencias, las naciones y las virtudes".





Entre las nuevas ideas que iban a ser impresas y difundidas desde Amberes se encontraban las de Martín Lutero, padre de la Reforma protestante. Tan sólo seis meses después del inicio de este movimiento de renovación espiritual, las obras de Lutero ya estaban a la venta en las librerías de Amberes. Está claro que este fenómeno no era del gusto de la Iglesia Católica. En julio de 1521, en Amberes, la Iglesia conminó a quemar en público 400 libros calificados como "heréticos". Dos años después, dos monjes agustinos de Amberes que simpatizaban con las ideas de Lutero fueron condenados a la hoguera.

Estos ataques no detuvieron al grupo de intrépidos tipógrafos de Amberes. Su valentía tuvo un papel esencial en la puesta en circulación de la Biblia como texto accesible a las personas de a pie, y no exclusivamente a una selecta élite de clérigos ilustrados. Pero, ¿quiénes eran estos tipógrafos? Vamos a conocer a alguno de ellos.

Adriaen van Berghen, tipógrafo y librero, fue encarcelado en 1522 por haber vendido libros luteranos. Aunque fue liberado poco después, de inmediato volvió a las andadas, esta vez imprimiendo una traducción parcial al holandés del Nuevo Testamento de Lutero, la cual se publicó en 1523, sólo un año después de la del reformador. Algo más tarde, en 1542, en su casa de Delft (Holanda) se halló una gran cantidad de libros prohibidos, siendo arrestado de nuevo y esta vez condenado a muerte.

En aquella época, el tipógrafo más prolífico en lo que respecta a las ediciones de la Biblia en holandés fue Jacob van Liesvelt, quien llegó a publicar hasta 18 ediciones distintas. En 1526 imprimió la primera edición completa de la Biblia en holandés, tan sólo cuatro años después de que se publicara la primera Biblia en francés y nueve años antes de que se imprimiese la primera Biblia completa en inglés, lo cual puede dar la medida de la importancia de Amberes en este campo. La llamada Biblia de Liesvelt se basaba sobre todo en la traducción alemana de Lutero, que por aquel entonces se limitaba al Nuevo Testamento; para la versión en holandés del Antiguo Testamento, recurrió a la Vulgata.

La edición definitiva de la Biblia de Liesvelt, publicada en 1542, ya incluía la versión de Lutero del Antiguo Testamento (impresa en la ciudad de Wittenberg en 1534) y estaba ornada con abundantes xilografías y nuevos comentarios al margen, todos ellos de una clara vocación polémica. Por ejemplo, la ilustración de Mateo 4:3 era un grabado en el que el diablo se aparecía como un monje barbudo con un rosario y patas de macho cabrío. 





La reacción de las autoridades vaticanas fue inmediata. Uno de los comentarios, que rezaba "la salvación procede únicamente de Jesucristo", fue el que motivó (al menos, formalmente) la condena a muerte de Liesvelt, quien adujo en su defensa que su edición había sido impresa con el imprimatur eclesiástico Cum gratia et privilegio. No le sirvió de nada: fue decapitado en 1545.

Entretanto, en Francia, el humanista católico Jacques Lefèvre d’Étaples se afanaba en traducir la Biblia al francés, confrontando el texto latino con el griego original, con el propósito de poner la Biblia al alcance de las personas corrientes. En esta línea, escribió: "Llegará el día en el que se predicará a Cristo de forma pura y sin adulteraciones producto de las tradiciones humanas, algo que por el momento no ocurre". En 1523, Lefèvre d’Étaples publicó en París su traducción del Nuevo Testamento en francés. Los teólogos de la Universidad de la Sorbona censuraron su traducción, afeándole que estuviese escrita en la lengua común. Lefèvre d’Étaples abandonó París y se refugió en Estrasburgo, al norte de Francia.

Fruto de esta oposición, en Francia los tipógrafos no volvieron a preocuparse de imprimir la Biblia en francés. ¿Dónde podía imprimir su Biblia Lefèvre d’Étaples? La elección más lógica era Amberes, cosa que ocurrió en 1530 de la mano del tipógrafo Martin Keyser. Esta edición contó con la aprobación de la Universidad Católica de Lovaina, la más antigua de Bélgica, así como con la del propio emperador del Sacro Imperio Romano, Carlos V. Así y todo, en 1546 la traducción de Lefèvre d’Étaples fue incluida en el catálogo de libros prohibidos a todos los católicos.

Sea como fuere, Amberes quedará para la historia como la ciudad que acogió a un mayor número de emprendedores favorables a la difusión libre de las ideas y los libros, en un clima de tolerancia y permisividad que, con el tiempo, iría desapareciendo para dar lugar a la persecución y la represión de la libertad de pensamiento y de creencia. Una auténtica pena.