La Biblia de Pamplona: un caso singular
Samuel Piña.- Fernando Pérez de Funes, canciller del rey navarro Sancho VI El Sabio, recibió a la muerte de este el encargo por parte de su sucesor, Sancho VII El Fuerte, de la realización de una Biblia miniada, cuya conclusión se data en 1197. El códice de esta Biblia, llamada habitualmente Biblia del Rey Sancho, o también Biblia primera de Pamplona, en la actualidad se encuentra custodiado en la Biblioteca Municipal de Amiens.
Al terminarla, el monarca le encargó al propio canciller un nuevo ejemplar de la Biblia, como obsequio para una dama de su corte, que recibe el nombre de segunda Biblia de Pamplona, y que no fue una simple copia de la anterior, ya que Fernando Pérez modificó casi la mitad de las escenas y añadió un centenar que no existían en la primera. Además, en ella se utilizó un pergamino más fino, mayor cantidad de pan de oro y pigmentos más caros, lo que demuestra la importancia del encargo.
Los manuscritos de Ferrando Petri pueden ser considerados como obras excepcionales en toda la historia de la miniatura medieval europea. A diferencia del resto de los autores de este género, que confieren mucha más importancia al nivel detalle de la miniatura en sí misma que al propio contenido de las imágenes, y que intercalan la mayoría de éstas dentro del texto, las Biblias de Pamplona basan todo el contenido en las miniaturas, que muestran escenas de media página o página completa, con el nombre de los personajes que aparecen en la imagen y acaso alguna referencia al texto bíblico de la Vulgata al que aluden, todo ello escrito en letra gótica minúscula.
La Biblia de Pamplona consta de 271 folios en pergamino, en los que se incluyen 33 de los 46 libros de las Sagradas Escrituras. El códice contiene el Antiguo y el Nuevo Testamento, aunque curiosamente no incluye el Apocalipsis de San Juan, algo sorprendente en un manuscrito español. Aparecen casi un millar de escenas presentadas en forma de viñetas enmarcadas a mano alzada, una vez concluidas las imágenes y el texto. Están dibujadas a pluma fina y coloreadas a la acuarela en tonos suaves, básicamente verdosos, amarillos y ocres, utilizando también en algunos casos (no todos) el pan de oro. Los especialistas consideran que en su confección participaron tres escribanos distintos, y no menos de cuatro pintores diferentes, de los cuales uno de ellos debió ser el propio Ferrando de Petri, que además asumió el papel de seleccionar y adecuar los textos, y ordenar las ilustraciones. Con una composición general armónica y expresiva y un trazado enérgico del dibujo, las miniaturas ofrecen escenas a veces muy complejas y de gran realismo y originalidad, todo ello dentro de un estilo plenamente románico.
La Biblia segunda de Pamplona, tanto por su amplio contenido como por su especial estructura en grandes viñetas (con muy poco texto) y por la originalidad y vitalidad de sus miniaturas dibujadas pluma fina y coloreadas con acuarelas de tonos suaves, conjunto de características que sólo volvemos a encontrar en otras obras de Ferrando Petri, es uno de los más completos e interesantes manuscritos bíblicos del medievo español.